viernes, 30 de noviembre de 2012

Safo

Safo de Lesbos
(Lesbos, actual Grecia, s. VII a.C.-id., s. VI a.C.) Poetisa griega. Pocos datos ciertos se tienen acerca de Safo, de quien tan sólo se conservaron 650 versos, extraídos de citas tardías y del moderno estudio de papiros. Vivió toda su vida en Lesbos, con la exepción de un corto exilio en Sicilia motivado por las luchas aristocráticas.

Supuestamente perteneciente a la aristocracia, llevó la vida propia de las mujeres de la clase alta, alejadas necesariamente del ambiente de luchas e intrigas políticas; según una tradición que parte de Anacreonte, era homosexual. Se la ha presentado siempre como profesora de una escuela de poesía fundada por ella, lo que es difícil de certificar, aunque sí es cierto que convivía con sus compañeras en un clima distendido y propicio a la contemplación y recreación en el arte y la belleza.
De su obra, que al parecer constaba de nueve libros de extensión variada, se han conservado algunos Epitalamios, cantos nupciales para los cuales creó un ritmo propio y un metro nuevo, que pasó a denominarse sáfico, y fragmentos de poemas dirigidos a algunas de las mujeres que convivían con ella.
En ellos se entrevé la expresión de una subjetividad que se recrea en sutiles oscilaciones de ánimo, en un intento de dar forma a la pasión. Presenta la pasión amorosa como una fuerza irracional, situada entre el bien y el mal, que se apodera del ser humano y se manifiesta en diversas formas, como los celos, el deseo o una intangible nostalgia, e incluso produce reacciones físicas, como las que describe detalladamente en uno de sus poemas, el más completo que se ha conservado de ella.

Su poesía tuvo un gran éxito ya en la Antigüedad, y sirvió de fuente de inspiración a grandes poetas, como Teócrito o Catulo ya a partir de la época alejandrina se puso de manifiesto el interés por conservar su obra e intentar descubrir nuevas partes. A pesar de lo fragmentario de su producción conservada, parece que Safo consiguió hacer realidad su deseo, acorde con la concepción helénica de la poesía, de hacer perdurable su amor a través de su creación poética.


Obra: Oda Afrodita

Ποικιλόθρον᾽ ὰθάνατ᾽ ᾽Αφροδιτα,
παῖ Δίοσ, δολόπλοκε, λίσσομαί σε
μή μ᾽ ἄσαισι μήτ᾽ ὀνίαισι δάμνα,
πότνια, θῦμον.
ἀλλά τυίδ᾽ ἔλθ᾽, αἴποτα κἀτέρωτα
τᾶσ ἔμασ αύδωσ αἴοισα πήλγι
ἔκλυεσ πάτροσ δὲ δόμον λίποισα
χρύσιον ἦλθεσ
ἄρμ᾽ ὐποζεύξαια, κάλοι δέ σ᾽ ἆγον
ὤκεεσ στροῦθοι περὶ γᾶσ μελαίνασ
πύκνα δινεῦντεσ πτέῤ ἀπ᾽ ὠράνω
αἴθεροσ διὰ μέσσω.
αῖψα δ᾽ ἐχίκοντο, σὺ δ᾽, ὦ μάσαιρα
μειδιάσαισ᾽ ἀθάνατῳ προσώπῳ,
ἤρἐ ὄττι δηὖτε πέπονθα κὤττι
δἦγτε κάλημι
κὤττι μοι μάλιστα θέλω γένεσθαι
μαινόλᾳ θύμῳ, τίνα δηὖτε πείθω
μαῖσ ἄγην ἐσ σὰν φιλότατα τίσ τ, ὦ
Πσάπφ᾽, ἀδίκηει;
καὶ γάρ αἰ φεύγει, ταχέωσ διώξει,
αἰ δὲ δῶρα μὴ δέκετ ἀλλά δώσει,
αἰ δὲ μὴ φίλει ταχέωσ φιλήσει,
κωὐκ ἐθέλοισα.
ἔλθε μοι καὶ νῦν, χαλεπᾶν δὲ λῦσον
ἐκ μερίμναν ὄσσα δέ μοι τέλεσσαι
θῦμοσ ἰμμέρρει τέλεσον, σὐ δ᾽ αὔτα
σύμμαχοσ ἔσσο.

Tradución

Sagrada Venus, cuyo santo numen
En varios pueblos, tiene inciensos y oros.
Hija de Jove, y de amorosas tramas
Dulce maestra.
Ruegote yo, que no me des tormento
Con duros males, con mortal tristeza:
Tu, que atendiste alguna vez la ardiente
Súplica mía
Y abandonando la dorada casa
De tu padre, donde el alto asiento
A mis amores descender soliste
Blanda y afable.
Sentada ¡Ay me! Sobre un brillante carro,
Del que tiraban delicadas aves
Que hendian el ayre con las negras alas
Rápidamente
Y tú bañada de una afable risa
Me preguntabas por mi mal piadosa,
Y porque tanto fervorosamente
Yo te llamaba
Porque tan triste en mi dolor gemía;
Á quién tentaba enamorar, y quienes
Mal me trataban. “¿Dime quien te agravia
“mísera Sapho?.
Versión José S. Lasso de la Vega
(Lasso de la Vega, José S. De Safo a Platón. Ed. Planeta. Barcelona. 1976)
(Traducción Literal)
Variegada de trono, inmortal Afrodita,
Hija de Zeus, tranzadora de engaños, suplícote,
Con angustias ni tristezas no me venzas. Señora el ánimo;
Pero ven aquí, si también algún día
Mi voz oyendo a lo lejos
Escuchaste y del padre habiendo dejado la casa de oro viniste,
Luego de uncir el carro. Y bellos te llevaban
Raudos gorriones sobre la tierra negra,
Espesas girando las alas desde el cielo, del éter por en medio.
Y al punto llegaron, y tú, oh beata,
Sonriendo con inmortal semblante/
Inquiriste que ora vez sufro y que otra vez clamo
U qué me quiero más que nada suceda
En mi loco ánimo: <<¿A quién esta vez debo
Obedecerte en llevar a tu amor? ¿Quién, oh Safo, injusticia te hace?.
Porque si huye, presto perseguirá
Y si dádivas no acepta, sin embargo dadivará,
Y si no ama, presto amará, aunque no quiera ella>>.
Vn a mi también ahora, y suéltame de dificultosas
Cuitas y cuanto cumplir mi
Ánimo desea, cúmpleme, y tu misma se en la guerra mi aliada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario